De manera creciente, en los últimos años, se han venido presentando una serie de artículos y materiales que de forma novedosa tratan de demostrar la profunda elaboración con la que el autor francés Jules Verne trabajaba en cada una de sus historias y la gran importancia que este le concedía a los nombres de sus personajes. En 1903, en una de las entrevistas que le hiciese Robert Sherard, el autor francés, al hablar de este particular, expresó: Le concedo cierta importancia a los nombres (…) Cuando encontré el apellido Fogg me sentí complacido y orgulloso. Y era muy popular. Fue considerado un hallazgo real. Pero fue especialmente el nombre, Phileas el que le dio tal valor a la creación. Sí, los nombres tienen gran importancia. Siga como ejemplo los padrinazgos de Balzac. Era conocido que Verne apuntaba todo lo que encontraba en sus lecturas de las más famosas revistas de la época, en pequeñas tarjetas, las cuales en cierta ocasión, de acuerdo a lo afirmado por el propio autor, llegaron a ser más de veinte mil. Los estudiosos y especialistas de la obra verniana afirman que Verne, al morir, tenía varios miles de logogrifos entre estas tarjetas, así como también apuntes de posibles historias y datos que hoy pudieran haber resultado de sumo interés para entender mejor el pensamiento verniano. Aún se desconoce lo que pudo ocurrirle a todos estos apuntes y la conclusión a la que han arribado casi todos los especialistas de la obra del autor galo es que el propio Verne destruyó todos estos papeles poco antes de morir.
La serie verniana de Los Viajes Extraordinarios estuvo plagada desde un principio de una amplia gama de elementos criptográficos y criptológicos, y aun cuando quizás hayan pasado desapercibidos en su época, un siglo después los estudiosos de su obra han lanzado novedosas y variadas hipótesis que han permitido descubrir el trasfondo de los nombres de los personajes, los lugares y las expresiones que Verne utilizó en muchas de sus historias, usando técnicas tales como los anagramas, los palíndromes y las transposiciones.
Para comenzar con la ejemplificación del significado de los nombres en la obra verniana tomemos, por ejemplo, a uno de sus personajes más famosos, el capitán Nemo de Veinte mil leguas de viaje submarino. Nemo en latín significa “nadie” y la caracterización de una personalidad tan apasionada como la del capitán del Nautilus hace que Verne busque y encuentre en esta palabra latina el significado que encierra su acción y su comportamiento ante el resto de los seres humanos. Nemo ha renegado del mundo y él mismo se ha destinado a vivir para siempre lejos de todos y de todo, guardando y haciendo partícipe a su submarino de su profundo odio contra la humanidad. Por otra parte, ante los hombres, Nemo, que había abandonado su Patria, no existe, no es nadie. Mientras conversa con el profesor Aronnax el propio Nemo expresa: (…) He roto con toda la sociedad por razones que sólo yo tengo el derecho de apreciar. No estoy sometido por lo tanto a ninguna de sus leyes (…)
En el capítulo XV de este propio libro, Verne – que incorpora a lo largo de toda la historia algunas otras frases en latín, destacándose entre ellas la famosa Mobilis in mobili – avivó la curiosidad de muchos lectores contemporáneos y modernos, cuando el segundo del capitán Nemo pronuncia una frase cuyo significado nunca se comenta explícitamente en el texto:Nautron respoc lorni virch. Las palabras que componen esta frase no parecen formar parte del vocabulario de ningún idioma conocido, por tanto su examen detallado sugiere inmediatamente la posibilidad de un mensaje a través de una combinación de un lenguaje artificial inventado por Verne.
Varias han sido las hipótesis con respecto a la identificación del contenido de esta frase. Una primera explicación le atribuye el siguiente significado: la palabra nautron sería la raíz de una palabra grecolatina, nauta que significa piloto (de barco);respoc la deformación de respicere (percibir); lorni sugeriría una alusión a la palabra anteojos (del francés lorgnette), instrumento con el cual todas las mañanas el segundo de a bordo exploraba el horizonte; virch sería la negación de la frase. Luego de este análisis nos quedaría algo así como: “El piloto no percibe nada con el anteojos”.
Luego, apareció una segunda variante explicando que nautron es la raíz de la palabra Nautilus, respoc es un anagrama de la palabra Crespo (en el contexto de la historia, este es el nombre de la isla a la cual Nemo esperaba llegar). En esta hipótesis lorni sigue siendo una alusión de la palabra francesa lorgnette y virch es muy parecido al término alemán nicht que indica negación. Luego, esto nos daría la frase “Crespo no esta a la vista del Nautilus”.
En conclusión, luego de analizar las dos variantes se puede llegar a la conclusión de que ambas tratan de llegar a un significado similar al deducido por el profesor Aronnax luego de escuchar esta expresión durante varios días consecutivos. El francés dedujo que esta expresión significaba algo así como: “No hay nada a la vista” y como se puede ver el significado final de este expresión no difiere mucho del significado final de las frases logradas luego del análisis de las dos hipótesis anteriores. Es necesario recordar que en el libro se dice que la gente del Nautilus hablan una lengua que sólo ellos comprenden, la cual parece ser una lengua artificial, creada presumiblemente a partir de las lenguas de los tripulantes del submarino, quienes poseen disímiles nacionalidades.
Dejémosle pensar con más calma sobre el posible significado de la expresión anterior y pasemos a analizar los ejemplos más comunes y más famosos, que no por ser manidos dejan de ser interesantes. Por ejemplo, si se toma el apellido de Héctor Servadac, personaje principal de la historia homónima y lo escribimos de derecha a izquierda, nos da la palabra francesa cadavres que significa cadáveres. Ardan que es el apellido del intrépido Michel (De la Tierra a la Luna) es un anagrama de la palabra Nadar, que es el seudónimo de Felix Tournachon, un famoso fotógrafo de la época y gran amigo de Verne. Alcides Pierdeux es el nombre original de uno de los personajes de la novela El secreto de Maston. Si analizamos detenidamente este apellido nos daremos cuenta de que se puede dividir en tres partes (pi-r-deux) lo cual significa pi-erre-dos, habiendo entonces una clara alusión a la fórmula para calcular el área de la circunferencia.
Otro ejemplo clásico: en el cuento El doctor Ox aparecida en la colección de cuentos Ayer y mañana el personaje principal lleva por nombre Ox y su auxiliar se llama Ygene. Si unimos los dos nombres esto nos da la palabra francesa oxygene o sea oxígeno, la cual guarda una gran significación con el contenido de la historia.
Otros ejemplos menos conocidos y que recientemente han sido expuestos son: Robur (personaje principal de Robur el conquistador y Dueño del mundo) viene de la palabra robust, que significa fuerza, robustez; Urrican, apellido de uno de los participantes en El noble juego de los Estados Unidos (El testamento de un excéntrico) sugiere la palabra francesa hurricane (huracán), mientras que en esta propia historia Foley, apellido de Jovita, que es otra de las competidoras del juego, sugiere la expresión folie (locura, desatino).
Verne no solo se contentó con intrigar a sus lectores con los nombres de los personajes, sino que además en uno de sus títulos se precia, como el mismo dijese, de hacer un juego de palabras en francés. Fue en 1889 cuando apareció en Francia una nueva novela bajo el título Sans dessus dessous. Una expresión como esta no existe en francés y sí es común escribir sens dessus dessous, que significa “patas arriba, en desorden”. El propio Verne, en una carta de respuesta a un periodista de Amiens que le había escrito pensando que el título de la novela había sido escrito de forma incorrecta, explica que la palabra sans debía ser escrita con a y no con e.
A través de aquel título realmente Jules quería decir algo así como sans dessus NI dessous, que si tiene un significado lógico y puede traducirse como “sin pies ni cabeza”. Pero si se traduce literalmente la expresión francesa esto nos daría algo así como “Sin abajo arriba”, lo cual no tiene sentido alguno.
Es por esto que el título de esta novela ha sido traducido de varias maneras. En el caso del español, algunas ediciones fueron publicadas bajo el título “Sin pies ni cabeza”, y otras (la gran mayoría) fueron publicadas bajo un título que no tiene nada que ver con el título original: El secreto de Maston.
Volviendo a los nombres, es hora de hablar de dos controvertidos ejemplos: Phileas Fogg y Arne Saknussem. En el caso de Phileas Fogg (La vuelta al mundo en ochenta días) mucho se ha escrito y comentado sobre el mismo. Unos dicen que el apellido Fogg viene de la palabra inglesa fog (niebla) y que Phileas viene del latín filius (hijo), lo que daría “hijo de la niebla”. Los partidarios de esta teoría tienden a vincular la creación del nombre con las iniciales del Reform Club al cual pertenecía el inmutable inglés. Estos ven en RC (las iniciales del nombre del club) una alusión a la palabra Rose-Croix, que significa Rosa Cruz (grupo ocultista fundamentado en conocimientos místicos) y además una alusión a La niebla, una supuesta sociedad mística de la época a la cual se dice que pertenecían algunos de los más connotados personajes de la sociedad parisiense. Otros presumen que Phileas viene de un verbo del griego antiguo que significa “el que gusta”. Tomando como punto de partida la teoría de la significación de la palabra fog del ejemplo anterior tenemos “el que le gusta la niebla”, que pudiera tener la connotación de ser una persona enigmática.
En cuanto a Arne Saknussem (Viaje al centro de la Tierra), se dice que si leemos en francés el nombre acentuando la fuerza de pronunciación en la k, esto implicaría pronunciar que (equivalente al “que” castellano) o queue (palabra con que se designa en lenguaje vulgar al miembro viril masculino). Luego de la k tenemos las letras nu, lo que en francés significa desvestido y sem, voz eufónica de sème, que viene del verbo semer, el cual puede ser asociado con la palabra semence, siendo uno de los sentidos de esta última la palabra sperme (sémen). De este modo, sale a la luz la frase Sa queue nue sème, lo cual le da un sentido completamente sexual a la expresión, dando a entender que Arne es un hombre de gran actividad sexual. Los defensores de esta explicación además manifiestan que esta obra en su conjunto pudiera ser considerada como una metáfora erótica, al tomar en consideración que, al final de la novela, Verne describe la imagen de una eyaculación, cuando se refiere a la expulsión de los exploradores fuera del cráter del volcán.
En el cuento El eterno Adán (originalmente titulada Edom), Verne dejó a sus futuras generaciones de lectores uno de sus más interesantes mensajes ocultos. En esta extraña historia, que se sale del estilo de la serie Los Viajes Extraordinarios, Verne nos habla del ciclo de la vida en el Universo y nos trata de convencer de la destrucción y el resurgimiento de las civilizaciones. El galo, que ubica su historia 20 000 años hacia adelante (o sea, ¡en el vigésimo tercer milenio!), en una época con idioma y costumbres muy diferentes a las actuales, hace uso de un léxico peculiar, donde asistimos a la lectura de expresiones y de nombres en un idioma desconocido.
William Butcher, profesor de una universidad en Hong-Kong y activo investigador de la obra verniana le ha dado un origen chino a los nombres de Verne en este relato. Por otra parte, Christian Porcq sostiene que todo este lenguaje verniano inventado está cargado de alusiones sexuales, lo cual constituye nuevamente una interpretación atrevida. Para citar uno de los ejemplos de Porcq, los “hombres de la cara bronceada” se nombran en el relato Andarti-Ha-Sammgor. Christian asegura que la palabra andarti pudiera traducirse como ardent (ardiente) y que sammgor es un anagrama de orgasme (orgasmo), lo que daría ardents à orgasmes, o sea “ardientes en el orgasmo”. Otros sostienen que Verne utilizo para la invención de estos nombres un poco de las lenguas antiguas (latín, griego, hebreo). Lo cierto es que el misterio de nombres tales como Sofr-Aï-Sr, Hars-Iten-Schu, Andarti-Mahart-Horis, etc. aún se mantiene vigente.
El trabajo más reciente aparecido en el mundo verniano europeo con respecto a este tema data de unos dos años y fue un francés, Gilles Carpentier, quien publicó en una edición del Boletín de la Sociedad Jules Verne de París el artículo Les mysterieuses sources d’une île (Las misteriosas fuentes de una isla), donde hace un exhaustivo análisis de los mensajes ocultos en La isla misteriosa, uno de las más famosas novelas vernianas. Gilles afirma que el nombre de Ciro Smith (Cyrus Smith en el original) es una anagrama de la palabra Jesucristo y basa su exposición en los distintos milagros que el ingeniero logra hacer en una isla desierta e inhóspita, e incluso llega a sugerir que es el propio Verne el que pudiera verse reflejado en el personaje del periodista Gedeon Spilett. Carpentier dice: El autor nos describe a Gedeon como un verdadero héroe de la curiosidad, de la información, de lo inédito, de lo desconocido, de lo imposible. ¿No podemos ver ahí la descripción del autor de Los viajes extraordinarios? Las iniciales del nombre son G.S. Sumémosle 3 a cada letra. Resultado: J.V. o sea ¡Jules Verne!
Después de haber visto las más atrevidas tesis y los más significativos ejemplos planteados por los estudiosos de la obra verniana, cabría preguntarse ¿cuánto hay de especulación en todos estos razonamientos? Si bien hay algunos que parecen tener un significado evidente, hay otros que se tornan muy atrevidos. Lo cierto es que a Verne le gustaba darle significación a mucho de sus personajes y a muchas de las acciones narradas en sus novelas. Tomemos por ejemplo, el principal papel que despliega la criptografía en novelas tales como La jangada y Matías Sandorf cuyos argumentos dependen en gran medida del descubrimiento de los criptogramas presentes en ambas novelas. ¿Y que decir de las famosa inscripción Et quacumque viam dederit fortuna sequamur aparecida en uno de los capítulos de Viaje al centro de la Tierra? Con cada nuevo estudio sobre este particular se abren nuevas investigaciones, permitiendo en ocasiones entender al autor y su obra.
Al final, nos queda preguntarnos, ¿cuánto nos hubieran aportado las miles de notas que supuestamente Verne debía haber dejado al morir y de las cuales no hay rastro? Posiblemente hubieran sido suficientes para develar algunos misterios; posiblemente no nos hubieran aportado nada. Verne cuidó muy bien de esconder lo que quería expresar y debido a esto ha hecho mover a los especialistas entre la especulación y la realidad. Y esta dualidad, que hace enriquecedor el análisis, no evitará que nos sigan llegando en el futuro nuevas hipótesis de posibles interpretaciones de las palabras ocultas en los textos vernianos.
Las sorpresas de un viaje submarinoVeinte mil leguas de viaje submarino ha sido una de sus novelas más polémicas y a la vez más populares, sobre todo para la industria del cine y la televisión. Si bien no se puede afirmar que Verne se antepone con su imaginación a lo que sería un siglo después el submarino, sí se pueden extraer de esta novela algunas otras anticipaciones interesantes. Según expresó el propio Verne en una entrevista, el submarino – o al menos una idea de lo que era – ya existía en su época, por lo que él solo recreó su uso, dotándolo en la novela de ciertas características finamente descritas que le proporcionaban al lector la idea de encontrarse a bordo del Nautilus navegando hacia lo desconocido.
En efecto, aun cuando se ha dicho, redicho y propagado como un mito que Verne tuvo a su cargo la primera descripción de los modernos submarinos, lo cierto es que no fue así. Hacia finales del siglo XVIII había sido presentado en el Directorio de París por Robert Fulton, un inventor norteamericano, un prototipo de submarino, que casualmente llevaba el mismo nombre que el de la novela de Verne. La prueba de este submarino fue realizada con éxito en Francia entre los años 1800 y 1801, cuando Fulton y tres mecánicos descendieron a una profundidad de 25 pies. Es necesario dejar claro además que la historia del submarino se remonta a muchos años antes de esta presentación cuando en 1620 fue construido el primer submarino que sirvió de base para los futuros, siendo esta invención obra de Cornelis Drebbel, que había diseñado un vehículo sumergible de madera forrado en cuero. Podía llevar a 12 remeros y un total de 20 hombres. ¡Todo un acontecimiento para la época! El aparato podía zambullirse a la profundidad de 20 pies y tener un recorrido de 10 kilómetros.
Pero existen elementos en la novela que sí constituyen ideas de anticipación. El uso de las escafandras en el siglo XIX le posibilitaba al buzo mantenerse bajo las aguas. En los trabajos submarinos el individuo iba provisto de un traje impermeable y con la cabeza protegida por un casco metálico, mientras que recibía el aire para poder respirar a través de unos tubos de goma que lo unían a la fuente de entrada y salida de este fluido en la embarcación.
El capitán Nemo invita al profesor Aronnax a un paseo submarino. Al mostrarse sorprendido es entonces cuando Nemo dice: ……se compone de un fuerte receptáculo de metal, en el cual se almacena el aire a una presión de cincuenta atmósferas. Este recipiente va fijado a la espalda mediante unas correas similares a las que usan los soldados…. Este sencillo aparato no es otra cosa que el conocido tanque de aire que llevan los buzos, y que le aseguran largas estancias en el mar y libertad de movimientos a través del mundo subacuático. Verne había descrito la escafandra autónoma que hizo su aparición en el siglo XX.
Otro de los elementos a notar radica en el uso que el capitán Nemo le da a la electricidad. No sólo le proporciona iluminación al submarino, sino que además es utilizada como fuerza motriz del aparato, además de tener otros usos.
El propio Nemo afirma:
¿Conoce usted la composición del agua de mar? En mil gramos hay noventa y seis centésimas y dos tercios, más o menos, de cloruro de sodio, y después, en menores cantidades, cloruros de magnesio y de potasio, bromuro de magnesio, sulfato de magnesio, sulfato y carbonato de cal. Como usted ve, el cloruro de sodio figura principalmente en esta composición. Ahora bien, este sodio es el que yo extraigo del mar para construir mis elementos….
En 1879, Verne publica una de sus novelas más escalofriantes. Se trata de Los quinientos millones de la Begún, donde posiblemente se hace la descripción de una de las más impactantes y controvertidas “predicciones” vernianas. Sus palabras anticipadoras adquirieron carácter de trágica profecía. En esta obra mostró a las generaciones futuras lo que sería en el siglo XX, el ascenso del fascismo y su tristemente célebre caudillo, Adolfo Hitler, el cual guarda una asombrosa similitud con el Herr Schultze de su novela.
Este individuo formaba vastos proyectos para destruir a todos los pueblos que rehusasen fusionarse o someterse al pueblo germánico. Herr Schultze estaba decidido a conquistar el mundo. Su única obsesión consistía en difundir la idea de que la raza germánica tenía que absorber a todas las demás, las cuales naturalmente debían desaparecer para dar paso a la vencedora, y eso por una razón sencilla: la raza germánica era superior a las otras.
Muchos lectores se burlaron ante la creación de un hombre tan siniestro. A pesar de ello diez años después nacía, en la localidad austriaca de Braunan, Adolfo Hitler.
La discusión fundamental en torno a esta “profecía” radica en un punto. Se conoce que fue Pascal Grousset (que escribía bajo el seudónimo de André Laurie) quien escribió gran parte de esta novela, por tanto cabría preguntarse ¿quién concibió el personaje de Herr Schultze? ¿Fue Verne o Pascal? Los especialistas no han podido dar una respuesta acertada sobre este punto, pues no se tiene referencia de las partes que cada uno de ellos escribió para la novela. En cualquier caso, aunque la “predicción” es asombrosa, los especialistas vernianos han querido guardar silencio en cuanto a proclamar ésta como una de sus posibles anticipaciones.
Otra posible anticipación bien controvertida es la que propone a Jules Verne como el primer ser humano en hablar de la bomba atómica. En Ante la bandera, publicada en 1896 se describe una terrible arma.
Un sabio enloquecido por la soberbia pone en manos de un inescrupuloso un potente explosivo: “el fulgurador Roch”. Verne lo describe en los términos siguientes: «En el amanecer de aquel día se puso en marcha desde uno de los arrabales de la capital de la India la más extraña que la inteligencia humana haya podido concebir. Era una especie de tren que subía a orillas del río Hugli llevando a la cabeza un enorme elefante de 20 pies de alto por 30 de largo, con la trompa medio enroscada y con la punta al aire… Aquel monstruo tiraba de una especie de tren compuesto de dos inmensos vagones, que eran más bien dos casas o bungalows rodantes, montados sobre cuatro ruedas cada uno, las cuales tenían estrías en las llantas, los cubos y los rayos. El primer coche estaba unido al segundo por medio de un puentecillo articulado….»
Luego, en los párrafos siguientes se dedica a describir detalladamente el interior del gigante: Nick se adelanto hasta la poterna… Se agarró a una cadena del puente levadizo y subió por ella hasta lo más alto del muro…en aquel momento se oyó un grito…Pero ¡que grito!…Lo había dado Nick Deck. Sus manos agarradas a la cadena, la suelta de pronto y cae al fondo del foso como herido por una mano invisible…
Nuestro autor no solo quería conquistar los cielos terrestres; también quería que el hombre se lanzase a la conquista del espacio extraterrestre, algo que comenzó a ver la luz en pleno siglo XX en la carrera por el dominio del espacio protagonizada principalmente por los Estados Unidos y la ex Unión Soviética, las dos potencias más poderosas del mundo en el pasado siglo.
Desde su publicación, De la Tierra a la Luna, se erigió en la más impresionante de sus novelas, a la vez que se convertía en la más errónea desde el punto de vista científico. Sin dudas, sus más conocidas predicciones proceden de esta novela, en la cual Verne describe con asombrosa exactitud lo que sería en 1969, el lanzamiento del primer viaje tripulado a nuestro satélite natural: la Luna. Asombrosa resulta la descripción del lugar desde donde partiría la expedición.
Es precisamente Barbicane, el presidente del Gun Club quien dice: «…la casa Casmodage poseía verdaderas obras maestras; sus instrumentos se asemejaban, en efecto, a vastos pianos; presionando las teclas de un teclado se obtenían instantáneamente las sumas, las restas, los productos, los cocientes, las reglas de proporción, los cálculos de amortización y de intereses compuestos por períodos infinitos y a todas las cuotas posibles. ¡Había notas altas que daban hasta un ciento cincuenta por ciento! Nada más maravilloso que estas máquinas….» De esta forma nos indica el autor la existencia de ciertas máquinas que los partidarios de la idea de Verne como profeta han querido ver como la predicción de la existencia de las modernas computadoras.
Los más conservadores han manifestado que no hay nada en las obras del francés que indique que pudo predecir la aparición de las computadoras, o sea el modelo de la máquina binaria de Von Neumann, en la cual están basadas todas las computadoras personales actuales.
Afirman además que la historia ubica el nacimiento de la computación en una fecha tan remota como 1852, cuando Charles Babbage hizo los planos de la Máquina Analítica, una segunda versión de la Máquina de Diferencias ya anteriormente diseñada por él. En defensa de estos últimos se pudiera argumentar que si bien es cierto que las ideas de Babbage eran primitivas y rudimentarias, ya en la época en que Verne vivía se habían hecho algunos esfuerzos por construir una máquina que pudiese hacer cálculos aritméticos, que es la base de las operaciones de las computadoras actualmente existentes.
En La isla con hélice, Verne nos presenta un gran cúmulo de adelantos tecnológicos enmarcados en una historia singular en la cual los protagonistas viajan desde San Francisco hasta San Diego a bordo de una inmensa isla artificial diseñada para moverse a través de las aguas del Océano Pacífico.
Uno de los fragmentos de esta novela resulta muy llamativo. En él se habla de una biblioteca que la isla está al tanto de las novedades por las comunicaciones telefónicas con la bahía Magdalena, donde se unen los cables sumergidos en las profundidades del Pacífico…. Muchos han querido ver en esto la descripción de lo que es hoy la red mundial de computadoras Internet.
En el relato, un cable conecta a la isla flotante con la costa Este de Estados Unidos. Los detractores del mito de Verne como profeta aseguran que ya en la época en que Verne vivió se disponía del conocimiento científico primario para poder imaginar algo así y reconocen que es muy atrevido admitir que esta descripción pueda asemejarse al funcionamiento de la actual red de redes.
Aun cuando París en el siglo XX y La isla con hélice fueron novelas pródigas en descripciones de adelantos tecnológicos, no lo fue menos el cuento En el siglo XXIX: la jornada de un periodista americano en el 2890, publicada por primera vez en inglés en el periódico The Forum de la ciudad de Nueva York bajo el título In the year 2889. Entre las anticipaciones del relato destaca una que resulta ser de particular interés y es la que se refiere a un aparato que nombra telefoto. Se describe de la siguiente manera:¡Miren!, las referencias de los árabes eran exactas. Hablaban de un río, por el que desaguaban hacia el norte el lago Ukerené, y ese río existe, vamos siguiendo su cauce…Ese caudal que se desliza bajo nuestros pies va, seguramente a confundirse con las ondas del Mediterráneo. ¡Es el Nilo!… ¡Si, es el Nilo! Es ese río cuyo origen etimológico ha apasionado a los sabios tanto como el origen de sus aguas… ¡Poco importa después de todo, puesto que al fin y al cabo ha entregado el misterio de su nacimiento!…
Para los que afirman que Verne predijo el lugar exacto en su novela, se le opone la historia, ya que fue en 1859 (3 años antes que Verne escribiese esta historia) cuando el explorador inglés John Hanning Speke –que había viajado al África junto a Richard Burton– regresó a Europa e hiciera público su descubrimiento de que el lago Victoria era la fuente principal del río Nilo. De hecho, Verne en su libro hace mención de la expedición efectuada por Speke y Burton. Si algo se le puede achacar a Verne es el hecho de confirmar que el lago Victoria era una de las fuentes principales del Nilo, como después se comprobó.
Los Polos siempre constituyeron una obsesión para Verne y en varias de sus novelas y cuentos hace alusión a la llegada y los viajes del hombre a los Polos. Es en Aventuras del capitán Hatteras, donde expone su teoría acerca del momento de la llegada de los humanos al Polo Norte.
La expedición del Forward, dirigida por el capitán John Hatteras tiene como objetivo llegar a toda costa al Polo. El Forward no puede avanzar más allá de los 83 grados, 35 minutos de latitud. Esta latitud que indica Verne en su libro solo diferiría unos kilómetros con respecto al sitio donde más de cuarenta años después, en 1909 detuvo su barco el norteamericano Robert Edwin Peary, para lanzarse hacia la conquista del Polo Norte.
En 1911, el explorador noruego Roald Amundsen se convirtió en el primer hombre en llegar al Polo Sur. Cuarenta y cuatro años antes el mítico capitán Nemo, creación de nuestro conocido autor, pisaba el suelo polar.
Su obsesión con los Polos lo llevaría a situar allí, a lo largo de su vida, partes de relatos o historias completas, llevadas a los lectores a través de libros como: El país de las pieles, César Cascabel, La esfinge de los hielos y Una invernada entre los hielos, entre otras, en los cuales la acción principal se desarrolla indistintamente en cualquiera de los dos Polos.
Definitivamente, ¿fue Jules Verne un profeta o un escritor imaginativo?
El tema de las “predicciones” de Jules Verne es inagotable. Los estudiosos de la obra verniana recomiendan no leer tan profundamente en los textos y no exagerar lo que allí se encuentre. Un misil autopropulsado no es lo mismo que un misil autoguiado, el delirio de un científico que exagera el poder de su explosivo no es necesariamente equivalente a una predicción de la bomba atómica, la proyección a través de potentes reflectores de una imagen que no se mueve no es en modo alguno algo parecido a la descripción del cine que conocemos actualmente.
Se puede notar que las más atrevidas “anticipaciones” ocurren en sus últimas obras con descripciones notables de: un helicóptero (Robur el conquistador), un cañón gigante para corregir el eje de la Tierra (El secreto de Maston), reproducción audiovisual (El castillo de los Cárpatos), una vía férrea trans-siberiana (Claudio Bombarnac), una isla flotante motorizada (La isla con hélice). En La asombrosa aventura de la misión Barsac –nuevamente aquí subyace el problema de la autenticidad– describe el láser, el control remoto, la lluvia artificial y la tortura por medio de descargas eléctricas. Muchas de ellas llegan ya junto al precario avance de la tecnología de finales del siglo XIX.
Por otra parte, muchas de las ideas para sus “predicciones” no son originales de él. El propio autor dice que sus lecturas de los desarrollos científicos contemporáneos eran la fuente de la gran mayoría de sus ideas. En cualquier caso, virtualmente todas las ideas que Verne usaba habían aparecido de una forma u otra en ficción.En el siglo XXIX probablemente sea un plagio de El siglo XX (Le vingtième siècle) de Albert Robida, escrito en 1882, aunque esta afirmación aun necesita ser sustentada.
En línea general, los estudiosos vernianos afirman que en al menos tres de los treinta y un “libros de anticipación”, la idea básica no había sido usada con anterioridad en obras de ficción: los fósiles vivos en Viaje al centro de la Tierra, la satelitización alrededor de la Luna, y la unión de partes de la Tierra a un cometa y su viaje posterior alrededor del sistema solar en Héctor Servadac.
Para muchos las “predicciones” que se le atribuyen al autor galo no son más que extrapolaciones hechas a partir de técnicas emergentes o de especulaciones a partir de cosas conocidas teóricamente (la electricidad, por ejemplo) o imperfecciones (las exploraciones por ejemplo). No se debe olvidar que Verne reunía muchos documentos geográficos y científicos antes de escribir sus novelas y que leía muy regularmente un gran número de revistas científicas y geográficas.
Lo cierto es que el gran talento de escritor de Jules Verne lo llevó a incluir en sus novelas todas estas “anticipaciones” que casi cien años después de su muerte –aun cuando muchas de ellas son ya algo común en nuestro siglo– siguen cautivando y encantando a las generaciones actuales e inspirando a otros artistas.
Usted, estimado lector, ¿de que bando se encuentra? ¿Está entre los que piensa que nuestro autor recibió conocimientos por inspiración divina y se convirtió en un profeta del porvenir? o ¿es de los que afirman que el autor de La vuelta al mundo en ochenta días no hizo más que desarrollar en su imaginación la incipiente tecnología del siglo XIX y llevarla un poco más adelante en el tiempo? Después que se declare partidario de uno de los dos bandos entonces podrá responder definitivamente a la pregunta inicial: ¿fue Jules Verne inventor o visionario?
Fuente: http://jgverne.cmact…tosLeyendas.htm